|
NOTA SELECCIONADA
Escribe tu comentario.
Ir al Final.
Imprimir.
1994 lectores
Ramtha El nacimiento de la sabidurÃa antigua
Ahora, en mi vida, gracias a la confluencia del tiempo, fui capaz de manifestar un puente en el tiempo, porque yo estaba en una posición donde podÃa hacerlo. Yo querÃa. Yo querÃa explorar —ésa era la naturaleza de mi ser— y conquistar lo que no sabÃa, pero ya no con una espada, sino con una mente pasional que habÃa entablado una amistad con el pájaro nocturno y todas sus generaciones, y todas las lunas creciendo y menguando. Yo conocÃa bien a Ra y conocÃa las montañas púrpura, los rayos dorados y el polvo azafrán. Yo lo vivÃ. Y todo ello ciertamente no me redujo como ser espiritual, más bien me hizo crecer, porque yo lo vivÃ, no desde la perspectiva del destructor, sino desde la de un vagabundo, en completa apreciación, y porque yo lo vivà tan bien que encontré que la naturaleza nunca cerrarÃa ninguna puerta a alguien que se embelesara con ella en absoluta sinceridad y nunca desistiera. Y yo lo hice. Rendirse no estaba en mi naturaleza.
Yo pude haber renunciado a la vida hace mucho tiempo. Ciertamente tenÃa todas las excusas de las vÃctimas, las mismas que todos vosotros tenéis. Y de la única manera que vosotros hubierais podido ser capaces de conversar conmigo en aquellos dÃas hubiera sido hablándome sobre la tragedia que le sucedió a mi madre, a mi hermano y a mi hermana, y al desconocido que fue mi padre, y vosotros hubierais intentado analizar todas mis dificultades. Ésa es la única manera en la que podrÃais haberme hablado, pero yo no hubiera tenido nada que deciros, porque no lo veÃa como una dificultad. ¿Entendéis? ¿De verdad? Entonces esto te causa renunciar a tu crecimiento y renunciar a la gente también. Yo tenÃa todas las razones para no confiar en nadie.
Pero yo te digo que si hubiera tenido cualquier sentimiento de culpa o reproche, o de la miseria de los tiempos en los que vivÃ, nunca habrÃa podido tocar a la puerta de la naturaleza, ni habrÃa podido ser capaz de dejar mi cuerpo; yo habrÃa seguido enraizado en esa miseria propia en la que estaba absorto. Bueno, ése no soy yo. Esto ni siquiera estaba en mi conciencia en aquellos tiempos.
AsÃ, nada me impidió el querer ser un explorador del Dios Desconocido, porque yo lo amaba con todo mi Ser, y nada me podÃa detener. Tomad nota de esto: cuanto más te lamentes — cuanto más veas tu vida cargada de victimismo, cuanto más te obstines con la falsedad y la traición— menos verás a Dios. Asà es sencillamente: menos conocerás a Dios. Y tú estás como la Tierra en aquellos tiempos, nublada por un velo espeso. Ni siquiera puedes ver la luz radiante que trata de agujerearlo. Yo sabÃa que era un ser divino y yo sabÃa que toda mi gente eran seres divinos. Y con ese amor y largas horas junto a ellos, hablándoles y enseñándoles comenzó la verdadera escuela espiritual en aquellas antiguas y olvidadas partes de lo que hoy es el nordeste de India. Ahà es donde todo empezó, ahà mismo. Con todo, no era una enseñanza de «no debes hacer esto y no debes hacer aquello». Eso no es una espiritual.
Lo que sà fue una enseñanza espiritual fue el cobrar conciencia; que cuando ellos adquirieran una extraordinaria cantidad de conciencia, que cuando regresaran a sus cabañas y a sus redes de pescador y a sus hornos de pan, los vieran de un modo diferente. Ellos se volvieron más conscientes. Y si nosotros lo tuviéramos que describir ahora, dirÃamos que sus bandas habÃan crecido.(1)
AsÃ, yo enseñé a mi gente a vivir la vida no absteniéndose, sino separándose de lo aburrido y tedioso —porque nosotros hicimos eso en el camino; levantábamos el campamento y marchábamos— y caminando hacia un modo de vida más simple, que en medio de tal simplicidad sostiene una gran conciencia. Yo les enseñé a ser conscientes y a sentir el viento y los sutiles cambios en la tierra y en las estaciones, y a establecer una armonÃa con ellos. Cuando lo hicieron, estuvieron en armonÃa con la naturaleza. Fueron preservables. Bueno, aún vivieron la vida pero eran más nobles, más sabios. Ellos no eran hipócritas ni fanáticos. Vivieron con gracia, y fue su elección quedarse atrás. Si esa es tu elección, si quieres engendrar hijos, hazlo y sé un gran padre para ellos, o una gran madre. Enséñales sobre Ra y el pájaro nocturno y contempla con ellos preguntas que los harán sabios. Enséñales la verdad, no filosofÃa.(2)
Si quieres quedarte aquà y trabajar los campos, lábralos no como una carga sino como un placer, como si estuvieras impregnando la tierra con semillas de esperanza. Esa es la actitud que debes tomar. Y nunca tomes de nadie lo que no es tuyo. Créalo tú mismo. Yo les enseñé esto, a aplicarlo en sus vidas, y que ellos eran ese elemento divino. Eso es vida espiritual, que el EspÃritu es primero y después sigue el cuerpo.
Antes de mi partida yo habÃa soñado la jornada de vuestras vidas a través del tiempo. Yo la soñé a través del tiempo, sentado por largas horas en mi pequeña cabaña, donde muy pocos sabÃan que yo vivÃa. Pensaban que vivÃa en el palacio que habÃan construido, donde ahora vivÃan los monos. Pensaban que el Ram residÃa ahÃ. Y a mà me gustaba, porque ellos nunca me buscaban en mi simplicidad. Pero fue en mi pequeña cabaña, haciendo mi propio pan y sentado junto al fuego, donde soñé con tal pasión vuestras jornadas y que la pasión de la verdad espiritual en el hombre verdaderamente emprendiera el vuelo. Y soñé que esta noche estábamos juntos en un nuevo cielo y una nueva Tierra. Yo soy una extraña entidad, porque vengo con ricas memorias de un tiempo extraño y remoto. Esto es cuestionable para todos los cientÃficos, con excepción de aquéllos que no temen ver la evidencia.
Yo existo, sabes, y protegà a una gente magnÃfica, y sobrevivÃ. Sobrevivà a la Tierra con sus cambios, a la tecnologÃa y su caÃda. Sobrevivà a la guerra y la barbarie, y sobrevivà a mi iluminación. Cuando regresé aquÃ, elegà muy bien el modo como querÃa venir y lo que necesitaba enseñarse. QuerÃa venir y mostrarme como algo muy común; y lo he hecho. Y fui capaz de enseñar a un grupo de gente que está viviendo en un planeta al cual llegué —hay algunos viviendo en otros planetas— y todo el tiempo estuve enseñándoles. Y vosotros estáis mirándome en este cuerpo y amándome por lo que no podéis ver, porque no es mi cuerpo; y de la única manera que podéis apaciguar ese misterio es diciendo: «Yo amo lo desconocido». Bueno, yo soy lo desconocido. Tú aún no me puedes ver, pero me amas y me escuchas, quizás más que a cualquier otro en tu vida. Eso es bueno, porque yo sé más que cualquier otro. Pero eso en sà mismo es una declaración, sobre ti, ¿no es verdad?
Entonces yo soy un ser espiritual, aquello que tú no puedes ver, asà como no puedes ver el viento, sólo su efecto. Bueno, vosotros sois mi efecto. Yo soy el viento que se mueve a través de tu vida, y tu vida es afectada sólo por eso. Esto se llama el EspÃritu. Eso es lo que yo soy.
Ahora, yo he enseñado aquà durante muchos años, reuniendo a gente de todo el mundo para estar aquà esta noche, y todos los otros cursos que hemos planeado. Pero realmente no se os ha ocurrido qué maravilloso es esto realmente. Y yo os digo que todo lo que os he enseñado es una verdad y funciona. Cuando esos cientÃficos vinieron y pusieron todos esos cables en el cuerpo de mi hija —que es una valerosa mujer al hacerlo frente a su escuela, aunque ella no tiene nada que ocultar, porque el hecho es que yo soy una enigma—, y el hacer que ellos verificaran que hay algo extraordinario que está pasando aquà que no es normal, bueno, demuestra que soy yo el que no es normal. Lo que ellos verificaron, aquello que yo soy sin llegar a decirlo, eso es lo que soy.
Bueno, yo quiero que vosotros sepáis que esta mujer es una entidad poco común, con una bendición poco común: la habilidad de permitir al poderoso EspÃritu que sea usado aquÃ. Ahora, si la ciencia dice que esto no es común sino más bien extraordinario, entonces, ¿no serÃa más valioso escuchar el mensaje de lo extraordinario que de lo ordinario? Bueno, eso es lo que estoy tratando de hacer aquÃ. El aspecto más importante aquÃ, de manera común, es no eclipsaros nunca, pues eso serÃa un error. Lo más importante aquà —cuando tú me has amado como tu maestro y has entendido que aquello que la ciencia dice ser extraordinario te ha amado lo suficiente durante siglos, desde tiempos remotos— es haber planeado con anticipación, haber traÃdo enseñanzas que son tan simples como decir: «¿Qué sabe el árbol que tú no sabes?», y haberte quedado atónito con la pregunta. Yo os digo que hay respuestas, y yo conozco las respuestas.
Quiero que vosotros sepáis las respuestas, porque vosotros seréis preservables en la nueva Tierra. ¿Y por que? Porque vosotros sois gente espiritual que está siendo resucitada, haciendo un puente en el tiempo desde este dÃa a un tiempo futuro. Y para aquéllos de vosotros que están condenados con una mente intelectual que cuestiona todo lo que hacéis, yo quiero que sepáis que yo no hubiera hecho este viaje en el tiempo para haberos enseñado conceptos que no sirven. No hubiera hecho este viaje en el tiempo para regresar si no hubiera un lugar a donde ir.
(1) Las bandas, el campo áurico de una persona, que representa su mente.
(2) La verdad es conocimiento adquirido a través de la experiencia, más que de disertaciones meramente filosóficas.
Extracto de: Los orÃgenes de la civilización humana - Ramtha
Siguiente: Ramtha ~ La evolución espiritual de la humanidad.
Anterior: Ramtha ~ Reflexiones de un maestro sobre la historia de la humanidad
Enviar a un amigo.
Ramtha ~ El nacimiento de la sabidurÃa antigua
Escribe tu comentario aquí.
COMENTARIOS
 |
Fecha: 21/03/2017 |
Desde: Colombia |
Comentario de Marcel |
me gustarÃa tener acceso al tanque y al trabajo de campo SM. Qué debo hacer?
Marcel desde Colombia |
 |
|
|
|